Mi nombre artístico deriva de la palabra rumiar; práctica animal que consiste en
masticar por segunda vez, devolviéndolo a la boca, el alimento que ya estuvo en el estómago.
Con mi arte busco darle «segundas vidas» a los materiales desechados pintando sobre
superficies captadas en la vía pública.
Me interesa resignificar el arte por medio del reciclaje y ponderar la recolección como una
actividad vital. Siempre hago caras de carácter anamórfico bajo una técnica mixta donde prevalece el collage en tres dimensiones con acrílico, marcadores, tiza y óleo.
Mi taller de trabajo esta ubicado en el barrio del Guinardó (Barcelona) abierto a quien quiera conocerlo.